Las reacciones alérgicas por ácaros del polvo del ambiente que habitamos son una patología en franco aumento. Las condiciones de la vida moderna hacen que la rinitis y el asma alérgico sean una de las principales causas de ausentismo, tanto en las escuelas como en el trabajo.
Aunque la medicina cuenta con muchas posibilidades terapéuticas, farmacológicas o inmunológicas para que las personas puedan desenvolverse con total normalidad en sus quehaceres habituales, la limpieza periódica e higiene adecuada deben formar parte esencial como método de prevención. Además, se debe recurrir a profesionales que conocen las técnicas para prevenir y evitar los ácaros en el hogar u oficina.
Pero, ¿qué son los ácaros?
Los dermatophagoides, nombre científico de los ácaros del polvo doméstico, son unos insectos microscópicos pertenecientes al orden de los arácnidos, la misma familia de las arañas y las pulgas. Existen en total 5 familias, divididas en 18 géneros y 48 especies. Pero las especies que producen alergia no son tantas: tanto el dermatophagoides pteronissimus, que es originario de Europa, como el dermatophagoides farinae americano los encontramos habitualmente en distintos ambientes de nuestro país, mientras que el blomia tropicalis, como su nombre lo indica, vive en las regiones tropicales.
Estas son las características principales de los ácaros y de las alergias que producen:
Tamaño: son microscópicos e invisibles a simple vista, pero fáciles de inhalar. Miden entre un cuarto y un tercio de milímetro cuando están vivos, pero al morir se deshacen en micro partículas de 5 micrones que penetran en profundidad los pulmones. Su cuerpo es de color translúcido y compuesto en un 70% a 75% de agua. El ácaro necesita mantener ese porcentaje para reproducirse, y como no bebe agua, la absorbe de la humedad ambiental. A mayor humedad más se reproducen los ácaros.
Tiempo de vida: un ácaro puede vivir hasta tres meses en condiciones ideales, pero sólo 10 días si la humedad es inferior al 50% y la temperatura por debajo de los 25∞C. En cambio, la forma larvaria del ácaro puede esconderse en cualquier cavidad y sobrevivir varios meses con bajas temperaturas y humedad hasta que las condiciones le sean nuevamente favorables, de ahí que resulte tan difícil de eliminar.
Reproducción: durante su vida un ácaro hembra pone entre 25 y 50 huevos cada tres semanas. Esta es otra razón que lo hace difícil de eliminar. Se reproducen todo el año, pero mayormente en otoño al ser las condiciones más favorables.
Hábitat: en toda la casa, y principalmente en los ambientes donde se pueden alimentar (es decir donde haya polvo), y donde puedan vivir y reproducirse (en ambientes húmedos).
Alfombras, tapizados, cortinas y sobre todo colchones y almohadas son su hábitat preferido. Un colchón doble puede contener hasta 2 millones de ácaros.
Alimentación: su plato preferido es todo lo que compone el polvo del ambiente: escamas de piel muerta, uñas, pelos de animales y plumas. Hay que tener en cuenta que un adulto pierde en promedio 1,5 gramos de piel muerta por día y que esto es suficiente para alimentar a 1 millón de ácaros.
Alergenos: las sustancias que generan alergia son las proteínas de la materia fecal de los ácaros, que permanecen en suspensión en el aire. Un ácaro adulto produce unas 20 partículas por día, lo que equivale a 200 veces su peso a lo largo de su vida. Por eso no basta con matar los ácaros sino que hay que eliminarlos del ambiente con personal especializado y mediante aspiradoras apropiadas.
Reacciones alérgicas: son esencialmente respiratorias: rinitis crónica e hiperreactividad bronquial, y también a veces hasta conjuntivitis. Además, una persona muy sensible puede desarrollar dermatitis en presencia de grandes concentraciones de ácaros. Estudios científicos han demostrado que entre un 10% y un 20% de la población es sensible a los ácaros -proporción que crece día a día- y que estos insectos son responsables además del 50% de los casos de asma.
CONSEJOS PRÁCTICOS
Una persona pasa más de un tercio de su vida en su habitación, y quizás más tiempo aun en su lugar de trabajo. Para combatirlos, es importante:
■ Pasar la aspiradora (según el lugar) dos veces por semana como mínimo, sin olvidar hacerlo en los lugares (antes mencionados) donde más se pueden refugiar.
■ Retirar de los ambientes toda planta de interior.
■ Alfombras, colchones, mantas y elementos que juntan mucho polvo se recomienda aspirar y lavar con la frecuencia que los especialistas en limpieza recomienden.
■ En hospitales, geriátricos, etc., al cambiar la ropa de cama hacerlo enrollando las sábanas desde las puntas hacia el centro para evitar “llenar el aire de ácaros”.
■ En equipos de calefacción y aire acondicionado colocar filtros anti-ácaros.
■ Es necesario que la aspiradora sea la adecuada (quizás con filtro de agua), y tener en cuenta que no cualquier aspiradora desarrolla la fuerza de succión que sirve.
■ Es clave ventilar a diario los ambientes para reducir la humedad de los mismos.
Estos son concejos mínimos, lo conveniente es recurrir a profesionales de la limpieza.
Recordando una canción se podría decir, “aunque no los veamos, los ácaros siempre están”, por lo que es importante tomar conciencia de la necesidad de un buen asesor o empresa de limpieza profesional y aplicar medidas de higiene, evitando así que éstos se propaguen generando las molestias e inconvenientes de las reacciones alérgicas. ■
Agradecemos la colaboración del especialista en Alergia e Inmunología Dr. Pedro Borthaburu.